LA ACTITUD POSITIVA

(Publicado en «El Picón» de febrero de 2013)

Con frecuencia nos empeñamos en resaltar lo negativo, con tal intensidad, que oscurece y eclipsa los aspectos positivos que toda situación tiene. La balanza rara vez está en equilibrio: ponderar lo positivo y lo negativo en su justa medida, es difícil. Siempre hay elementos subjetivos, condicionantes de tiempo, espacio y sentimiento, cuadros comparativos, que hacen que uno de los dos platos pese más.

Es una actitud. Lo de la botella medio llena o medio vacía.

La alegría en un triste, / entra muy tarde; / como la valentía / en los cobardes.

Pero otra gente piensa que “si el problema tiene solución, a que preocuparse; y si no tiene, mejor no hacerle caso”. Así que, lo que dice esta coplilla:

Un sabio me dijo a mí / que tomara el tiempecito, / como lo viera venir.

Otra dice:

Las cosillas de este mundo, / muchos las toman a pecho; / 

yo las tomo por delante / y a la espalda me las echo.

Porque al final, como dice el refrán “no hay mal que cien años dura, ni cuerpo que lo resista”. Una sevillana antigua dice:

Por cosas de este mundo / nunca te apures: / 

que no hay mal que no se acabe, / ni bien que dure.

Nunca te enfades; / porque no hay bien que dure, / mal que no acabe.

El secreto quizá esté en ser paciente, que

Lo de ayer ya se pasó, /  y lo de hoy va pasando; / 

mañana nadie lo ha visto: / mundillo, vamos tirando.

Además, ¿quién sabe cómo puede acabar la cosa?:

Que nadie hable mal del día / hasta que la noche llegue:

yo he visto mañanas tristes / tener las tardes alegres.

En fin, que si uno de los platos de la balanza ha de pesar más que otro, que sea el de lo positivo. Cada día es una oportunidad para mil cosas. Aprovéchalo. Regala una flor, haz una caricia, sonríe, sueña lo que quieras… Al final, la persona más feliz no es la que tiene lo mejor de todo, sino la que sabe dar y coger lo mejor de cada situación.