LA RAÍZ DEL GRITO

DESDE LA BUHARDA(Artículo publicado en El Picón de junio de 2013)

   Cada guiño que aquí te presento lo compongo, en unos casos, con letras de coplillas extraídas de cancioneros tradicionales, y, en otros, recogidas de “viva voz” a la gente mayor. Así, pareciera que el conjunto tiene sabor añejo, que estas composiciones carecen de actualidad y su fecha de caducidad ya pasó.

   Nada más lejos de la realidad. Las pasiones, los sentimientos y la sabiduría popular, no caducan; por el contrario, cada vez son más reconocidos estos valores. Si acaso, varía la forma, pero no el fondo.

   Es innegable que ha desaparecido o modificado el marco donde se producía el folclore musical tradicional y, con ello, se han limitado sus posibilidades. Pero no en todos los casos. El flamenco está siendo objeto de un incuestionable impulso, apoyado decididamente por instituciones culturales. Así, lo que podríamos llamar la “lírica del flamenco”, encuentra un terreno abonado y son numerosos los autores que continúan escribiendo letras.

   Una prueba de ello es el libro de “La Raíz del grito”. De la pluma de Antonio Rincón, su autor, al que no por amigo le voy a regalar ningún calificativo que no merezca, ni privar del que le estime acreedor, ha surgido un manantial que toca todos los palos: alboreás, bulerías, alegrías, campanilleros, cantes de las minas, caracoles, livianas, serranas, guajiras, fandangos, malagueñas, marianas, milongas, nanas, mirabrás, seguiriyas, soleares de tres y cuatro versos, tangos y tanguillos, y algunas coplas. Un rosario de letras impregnadas de sencillez, dulzura y genialidad. Vayan unos ejemplos. Para empezar, dos alegrías:

 Está varada en la playa

mi barquilla marinera

esperando un corazón

que sople fuerte sus velas.

 —–

Qué bien le sienta a tus labios

ese toque de carmín,

sueño con ellos pensando

que te los pintas por mí.

    Estas dos malagueñas, fueron ganadoras en La Unión el año 2002:

En el libro del queré

yo vi mi nombre grabao.

El tuyo me lo encontré

que estaba medio borrao

cuatro renglones después.

 —–

Que poco me importa a mí

que andes por ahí a deshoras

si hace tiempo decidí

no ser reló pa tus horas

ni pa tus noches candil.

   Una liviana:

Eres agua de fuente

menúa y clara

donde bebe cualquiera

que tenga ganas.

    Las soleares me apasionan (No hay copla que diga más/que lo que dice en tres versos/un cante por soleá). Termino con una:

 Mi pena es como un suspiro

que va y se asoma a tus labios

y no se atreve a dar gritos.

   ¿Hay o no hay motivos para traer a este rincón las letras que vierte la pluma de mi amigo Antonio? Juzguen ustedes.