(DE NUEVO TUVE UN ATAQUE DE INGENUIDAD)
Tomaba el café de media mañana. Un cortado. Rompí por un extremo el sobre de azúcar y vertí todo el contenido en la taza. Al colocar el sobre, ya vacío, en el plato, observé que tenía escrita una de esas escuetas frases y leí:
«Aunque no podamos ir hacia atrás y tener un nuevo comienzo, todos podemos empezar desde ahora a conseguir un nuevo final.» Cal Bard.
Y entonces pensé -bueno, recordé, porque ya lo pensaba de antes- que eso es lo que le hacía falta a esta gente: compartir un rato, si puede ser con un café de por medio -si a alguno el café le altera más los nervios, mejor una tila- y empezar a trabajar para esperanzarnos con un nuevo final.
NOTA: Cómo algunos son de los del puño cerrado, que no lo hagan por eso: aunque sea yo pago la ronda de cafés.