210330_17 Cuaderno de notas. ¿Incombustibles?

Hace unos días llegaron las vacaciones escolares de Semana Santa. Merecidas y necesarias. Para alumnado y profesorado. Aunque para todos no es igual. Muchos andaban ansiosos de que llegaran para dedicarse a estudiar, a machacarse diez o doce horas -las que cada uno sea capaz, que la olla se pone de una manera que llegado un punto no le cabe más- con los temas de las oposiciones.

Porque a diario, resulta duro. Casi imposible. Porque hay que seguir tirando del carro que, además de la preparación de las oposiciones, porta las responsabilidades familiares y el quehacer diario con los alumnos -programar, preparar clases, impartirlas, evaluar, atender padres, no fallar en los requerimientos burocráticos de la Administración, satisfacer las, a veces aleatorias, demandas de los equipos directivos, transmitir valores, preparar actividades para el Día de Medio Ambiente, de la Mujer, de la Constitución, de Andalucía, de las Letras, de la Paz, la Tolerancia, las Personas con Discapacidad, Derechos Humanos, de la Poesía, del Agua, de la Familia…- La locura de la docencia, que solo parecen conocer los que están dentro.

Así, los opositores docentes se acostumbran a convivir con el permanente debate que se establece entre la angustia y la esperanza. Con la incertidumbre, la porfía interna: ¿habrá suerte, caerá un tema de los preparados, cuántos avatares y vicisitudes aparecerán esos días, sabré defender lo que hago con mis alumnos o eso no tiene nada que ver con esto, transmitiré al tribunal las horas que llevo dedicadas a estudiar, lo haré mejor que mi compañero…?

 

Resulta curioso que algunos valores que se pide potenciar en la escuela sean la solidaridad, el compañerismo y el trabajo en equipo para que, luego, te valoren con un sistema de oposiciones en el que solo obtendrá plaza menos del cinco por ciento de las personas que se presentan. Rivalidad, competencia. O tú, o tu compañero. Los dos, o los tres, no caben. Después, llegado septiembre, los que sí y los que no, se volverán a sentar en el departamento para distribuir las materias y poner en marcha un proyecto común, iniciar un trabajo compartido. 

La Administración debería hacérselo mirar. ¿Cuándo articulará un sistema justo que reconozca las virtudes de los docentes -siempre ha parecido que todos valen-, que no suponga una etapa traumática, desconcertante y durante la cual -a veces dura años- nadie gana? Para los políticos, que son los que manejan los hilos de la Administración Pública, estos deben ser problemas menores y en ningún caso comparables a una convocatoria electoral, una moción de censura o un debate político en el que decir una cosa y luego hacer cualquier otra.

Ánimo a todos. No desfallezcáis, que el camino es cuesta arriba. Pero debéis procurar llevarlo con naturalidad. El sistema es así y, por ahora, nadie lo va a cambiar. Y no pasa nada. Tengáis un buen día o salga malo. Aprobéis o no. Con o sin plaza.

Tantas horas, de tantos días, con esa entereza, tesón, esfuerzo y trabajo, tendrán su recompensa. Una prueba de resiliencia. Y hay que superarla. Si puede ser, mejor con buen ánimo y una sonrisa. Mucha buena suerte.

Seguramente no tendrás tiempo de leer esto, pero, si lo hiciste, quiero que sepas que estoy contigo. Para que te relejes tres minutos, te dejo con este maestro del violín. Otro tipo de maestro.