La Nochebuena Marocha

2008_NOCHEBUENA

   En una sociedad costumbrista y estamentada, la Nochebuena se vive de forma diferente en función de la capa social a la que se pertenece, condicionando las formas de sus manifestaciones externas, entre las que se encuentra el folklore musical. El ámbito que se analiza es el más popular y, consecuentemente, las coplas que aquí se recogen son aquellas que se forjaron en la calle, surgidas del ingenio y la agudeza colectiva, modeladas por el discurrir del tiempo y entonadas por el pueblo.

   La compañera inseparable de cada copla en estas fechas es la zambomba, y el encuentro de varias de ellas, con sus dueños pertrechados para cantar toda la noche, es la esencia del folklore musical de la Nochebuena marocha: el zambombeo.

   El zambombeo es el foco de la Noche-buena marocha. Grupos de personas provistas de instrumentos musicales, entre los que predomina la zambomba (además solía haber carrañacas[i], pandereta, palillos, y en alguna coplilla se cita el acordeón, la lavija[ii]…) se reúnen y “cantan la Nochebuena”, una sucesión de piezas musicales que los marochos crearon o hicieron suyas. El repertorio se improvisa, brota con naturalidad y todos cantan a coro, porque conocen cada copla.

   El zambombeo representa mucho más que coplas. Su simbología tiene connotaciones más profundas: en él se transmite y comparte sabiduría popular, estableciéndose lazos de identidad, hilos invisibles que vinculan el sentimiento individual al colectivo, conformándose el orgullo de pertenencia a un grupo, a un pueblo.

   El corpus del zambombeo toma forma a través de las pandillas que recorren el pueblo durante toda la noche.  El encuentro con otras pandillas es un momento álgido: con cierto pique, propio de una rivalidad sana, se comparten coplas, bebidas e identidad. Luego, tras mil coplas, se continuaba la ronda, de calle en calle, parándose en las casas de conocidos o familiares para reponer fuerzas y calentarse por dentro y por fuera.

   En el caso de los domicilios particulares, pandilla y anfitriones se guían por un ritual de entrada y salida de la casa, hecho con coplas a medida para la ocasión.

   De entre la variedad de temas, son las coplillas de cuatro versos, de melodías consagradas unidas por estribillos tradicionales, donde aparece el ingenio y la agudeza marocha. La crítica social, los acontecimientos acaecidos durante el año, la ironía, el humor y los sentimientos más profundos se condensan en coplillas anuales que, si son certeras, correrán de boca en boca, de pandilla en pandilla, de zambombeo en zambombeo, y quedarán retenidas en la memoria colectiva pasando a formar parte del repertorio tradicional; otras nacen con fecha de caducidad, condenadas al olvido, y nadie las recordará el año siguiente. Es la herencia que el carnaval, tras su prohibición en 1937, dejó a la Nochebuena marocha.

   Así, la temática de las letras no tiene límites y aparecen coplas de trabajo, de ronda, amor, desamor, pícaras, groseras, personales, costumbristas… todo cabe. Incluso antiguos romances que, mutilados, han sobrevivido y forman parte del repertorio como sucede con otra joya del folklore musical de Encinasola: San Alejo, un fandango de Nochebuena. Resulta peculiar, pero así lo cantan los marochos, entremezclado con un rosario de coplas y acompañado de zambomba. Y es un fandango.

   En los cantos de la Nochebuena popular marocha no está presente el motivo religioso y, aunque aparecen villancicos con letras cuya temática alude a la Natividad, los villancicos religiosos[iii] sólo se cantan en la iglesia los días próximos a Nochebuena y en la Misa del Gallo.

   En los últimos años el ayuntamiento prepara en la plaza una enorme candela[iv] que permanece encendida toda la noche. Tiene un doble objetivo: espantar el frío y ser punto de encuentro. La gente va, se calienta, canta… tiene su encanto, aunque no comparable al de la antigua Nochebuena. En la actualidad se ha cambiado la calle, por bares y casas preparadas para reunirse, y las coplas de Nochebuena sustituidas por música del momento.

   Ya no se canta como antes, pero algún rescoldo queda: en muchas casas particulares, reunida la familia tras la cena del gallo, aun se entonan los temas tradicionales, se canta la Nochebuena. Fuera de las casas, sólo en el Bar Marinero se da cita cada año un grupo de personas que canta la Nochebuena y entre las que entonan aparecen coplillas nuevas cuya temática alude a la política municipal. Sólo cenizas calientes del incandescente fuego de otro tiempo.

   Como muestra de la Nochebuena marocha, me pararé en los versos del diálogo musical que discurre entre pandilla y anfitriones en el un ritual de entrada y salida de la casa, hecho con coplas a medida para la ocasión.

   La pandilla llega a la puerta de una casa y canta:

A tu puerta hemos llegado

cuatrocientos en cuadrilla:

si quieres que nos sentemos,

saca cuatrocientas sillas.

   Los dueños de la casa les invitarán a entrar:

Los que estén en la puerta

que entren pa dentro,

que parecen costales

llenos de afrecho.

   Mientras entran, cantan:

A los amos de esta casa,

Dios le de salud y dinero;

y a los vecinos de enfrente,

sabañones en los huevos.

   Ya dentro, anfitriones e invitados entonan:

Ahora que si va el baile

tomando aliento,

que han llegado los mozos

de fundamento.

   Para provocar la invitación a aguardientes, licores y dulces, la pandilla canta:

 Si quieres que te cante

la Nochebuena,

me sacas los prestines

y las “madalenas”.

   A partir de este momento, un río de coplas, exquisitos dulces y abrasantes licores. Luego, llegado el momento de irse, se despiden cantando mientras salen:

 Con esta copla y otra

se acaba el baile,

por la puerta señores,

se va a la calle.

La última coplilla

tengo en la boca;

que el demonio me lleve

si canto otra.


[i] CARRAÑACAS. En libros especializados se habla de la carrañaca como “una tableta o plancha metálica rayada que suena al rascarla con un palito. Úsase en Andalucía para hacer ruido en las comparsas de carnaval”. Enciclopedia Universal ilustrada “Espasa Calpe”.

[ii] LAVIJA. Clavija. Parte del timón del arado que lleva los agujeros para la lavija. No se trata pues de un instrumento sino de un artilugio utilizado ocasionalmente para acompañar.

[iii] Están recogidos en el “Cancionero y tradiciones de Encinasola”.

[iv] LA CANDELA DE LA PLAZA. La tradición de encender la candela en La Plaza de Encinasola se inició en 1994. En Barrancos se realiza desde media-dos del s. XIX y forma parte de un ritual que comienza el día de la Patrona: “El 8 de diciembre celebran el día de su Patrona, Nossa Senhora da Conceiçâo. (…)Por la tarde, en la procesión de la Virgen de la Concepción, muchos de los asistentes llevan una rama, tradicionalmente de olivo. Cuando termina la procesión, estas ramas son depositadas en el centro de la plaza de Barrancos y constituyen el inicio de la enorme pila de leña que se irá acumulando para la candela de Nochebuena.” (López López, T. “Cancionero y tradiciones de Encinasola” Pág. 60. 2002).