Es tiempo de claveles en el pelo, vestidos de lunares y revuelo de volantes que se agitan en el aire al son de las sevillanas, de las que decía Rodríguez Marín que, en los bailes de Triana de finales del siglo XIX, «con su musiquilla ligera y alegre y un baile tan retozón, provocativo y afrodisíaco, no había más que pedir».
La sevillana es una forma lírica popular derivada de la seguidilla castellana, bailable desde su origen, que surge y se desarrolla en Sevilla y se propagó de inmediato por su entorno geográfico.
Aunque la sevillana no es considerada un palo del flamenco, se nutre y enriquece de su misma estética musical. Convivieron, compartieron entorno escenográfico, marco festivo, escenario social, código emocional y raíces musicales. Uno de sus grandes impulsores fue la Feria de Sevilla, que empezó a celebrarse en 1847 y, ahora cumpliendo cincuenta años en su actual ubicación, mañana empieza.
La sevillana, luego, se extendió por toda la tierra llana a través de las fiestas, ferias de ganado y romerías. La del Rocío, que siempre congregó a gran cantidad de gente Sevilla y Huelva, fue otro de los escenarios de su propulsión.
Cuando empezaron las grabaciones en discos de vinilo recibieron un nuevo impulso y, ya a finales de la década de los sesenta, sonaban en los tocadiscos en la voz de Lola Flores, El Pali, Los Hermanos Reyes, Los Hermanos Toronjo y grupos como Los Romeros de la Puebla, Marismeños o Amigos de Gines, que transformaron y revolucionaron el mundo de las sevillanas. En los últimos tiempos se han desvanecido, han perdido empuje, aunque siguen siendo las protagonistas de ferias y romerías del sur.
Del magistral documental de Carlos Saura Sevillanas, aquí te dejo estas de Salmarina.