Hace unos meses mi buen amigo Andrés Serrano me regaló una reciente reedición del «Calendario Popular para 1885″ que contiene «aforismos y observaciones de Cronología, Astronomía, Meteorología, Medicina, Higiene y Agricultura popular», presentadas a través de «adivinanzas, refranes, cuentos, coplas, frases, oraciones, rimas infantiles, supersticiones, costumbres y fiestas populares». Se trata de un trabajo compilado y ordenado por el ilustre Luis Romero y Espinosa (Presidente del Folk-lore Frexnense) que dedica a su «querido amigo» Antonio Machado y Álvarez. Esta magnífica obra fue impresa y publicada en Fregenal de la Sierra en 1884.
Quien me conozca sabe -Andrés, sobradamente- que pocos regalos me pueden llegar más al corazón: un libro dedicado a temas a los que tantas horas llevo entregadas y un retrato folclórico de hace 140 años localizado en el entorno de Encinasola. Una gozada. De nuevo, gracias, Andrés.
Ayer abrí el calendario para ver que se escribía hace casi un siglo y medio con motivo del día de San Juan. Del día 23, leía:
«Hogueras de la noche de San Juan. Verbenas. En esta noche la gente del pueblo sumerge la cabeza en los pilares de las fuentes públicas para que les crezca o nazca el cabello; los gitanos hacen lo mismo con sus látigos para ser afortunados en sus trueques y negocios durante el año; los enamorados queman, al punto de las doce de la noche, en la llama del candil, los estambres de las alcachofas floridas para saber quien de ellos quiere más al otro, lo cual averiguan por el mayor o menor florecimiento de dichos estambres y a la mañana siguiente queman dos alcachofas, una por cada uno; y cuelgan de las ventanas de la pareja enramadas (ofrendas de flores, manzanas y yerbas olorosas con que obsequian esta noche a sus novias los mozos del pueblo esparciéndolas en el alfeizar)».
La noche de San Juan es fascinante. Llega tras el solsticio de verano, el día más largo y la noche más corta, cuando la luna está más próxima a la tierra, la sexta luna llena del año, rosada y plena, que esta mañana, al punto de amanecer, lucía esplendorosa y sugería magia, hechizo y poderío. Es un cambio natural de ciclo en el que todas las culturas y civilizaciones consagraron rituales al agua, el fuego y la vegetación. A la Naturaleza.
Elementos tan significados que la Iglesia aprovechó, como en otros momentos del año, para establecer conmemoraiones religiosas relevantes. En este caso, San Juan Bautista, del que dice la coplilla que «Todos los santos son buenos / y San Juan es el mejor / porque ese tuvo la dicha / se bautizar al Señor».
Como te he contado en otras ocasiones, asociadas a estas fechas aparecen leyendas de todo tipo y por todas partes. Te hablé de La Tragantía de Cazorla, Las Xanas de Pedroveya o el antiguo ritual de «pasar por la mimbre» en Valverde del Camino.
En estos tiempos difusos, si se presta atención, aún se perciben vínculos con el pasado, con culturas de hace miles de años. Es el caso de antesdeayer en Valverde del Camino en el que se constató que el sol se alineaba con los dolmenes de Los Gabrieles en el momento del solsticio. Un hecho tan extraordinario que se resaltó con un concierto junto a estos monumentos megalíticos, del grupo Sureño Piano Trío Diego Valdivia. Momentos de ensueño.
En la noche mágica de San Juan te deseo que procures quemar todo lo que te pese, aligeres tus alas y vueles.
Más reciente, poco más de cincuenta años atrás, es este retrato que Serrat nos dejó sobre la Noche de San Juan.