67_220210_Cuaderno de notas. Ella.

No sé si fue el azar, pero la vida hizo que nos encontráramos. Que la encontrara. Y ha ido pasando el tiempo y, miles de atardeceres después, aquí estoy, con la buharda del corazón repleta de gratitud, ternura, cariño, complicidad y la complacencia de compartir el dulce tesoro de los frutos que nos dió el amor.

Sin ella, las puestas de sol son grises, las flores están huérfanas de olor, todo es insípido, los sonidos se transforman en ruido monocorde, la alegría no fluye, la risa se detiene… Simplemente, no soy capaz de concebir la vida sin ella.

Y aquí sigo, en el camino. Mi baúl está repleto de caricias, ilusiones y entrega incondicional que seguir ofreciéndole. 

Hoy, sin desmenuzar los tropecientos mil detalles que le debo, con calma, sencillez y humildad, quería decirlo. Decírselo.

Después de tantos avatares, sabes que no es como el primer día. Es diferente y, desde luego, infinitamente más.