Y pasan los días y el calor continua. Pareciera que verano y otoño hubieran decidido no asumir su calendario laboral.
Árboles y plantas -los campos todos de esta Andalucía nuestra- siguen sin recibir una gota de agua. El paisaje, teñido de tonos ocres y suelos arrugados por la sequedad, delira.
No sé -o, mejor, no quiero ahora entrar en ello- que hacemos a la Naturaleza, para que las estaciones confundan su cometido. Aunque es verdad que los trastornos climatológicos también ocurrían en otros tiempos. Siglos atrás, ante la falta de lluvia, se recurría a la fe. Los pueblos se encomendaban a sus divinidades y las imágenes de santos y vírgenes eran llevadas desde sus ermitas para escuchar más de cerca las rogativas del pueblo. Supongo que ahora esas cosas se hacen por whatsapp.
En Encinasola, se cantaba a la Virgen de Flores:
VIRGEN DE FLORES,
MÁNDANOS AGUA;
QUE SE NOS SECAN LOS TRIGOS
Y LAS CEBADAS
En Valverde del Camino se encomendaban a la que fue su primera patrona, la Virgen de Coronada, conocida popularmente como «La Meona«. Dicen que siempre concedía a Valverde el favor de la lluvia. Y también le cantaban:
VIRGEN DE CORONADA,
LA CHIQUETITA,
QUE ENTRE PALMAS Y RISCOS
TIENES TU ERMITA.
MÁNDANOS AGUA,
QUE SE SECAN LOS TRIGOS
Y LAS CEBADAS.
¿Tú crees, amigo Tomás que con la que tenemos encima los santos tienen tiempo para atender a las rogativas?