La marcación, sorteo y despedida de los quintos, era una sucesión de fechas en las que se citaban fiesta y sentimientos. Fiesta, porque para el joven era el momento formal en el que adquiría la condición de adulto ante la sociedad, le consideraban «persona válida» y, posiblemente, cumplir el servicio militar le permitía salir por primera vez de su pueblo. Pero frente a estas situaciones se encontraban desgarradores sentimientos: abandonar la familia, su entorno y a su amor -oculto hasta ahora y público tras la nueva condición de adulto-, era un caro precio. Y envolviendo este marco, un folclore musical que se desarrollaba en todos los pueblos de España. En Encinasola también. Así cantaba un quinto marocho, ante la inminente despedida.
[1]
ADIÓS ENCINASOLITA,
ADIÓS JARDÍN DEL AMOR
EN LAS MURALLAS DEL FUERTE
DEJO YO MI CORAZÓN.
Esta copla, se remataba con alguno de los populares estribillos:
Si te toca te joes / que te tienes que ir / que tu madre no gana / para librarte a tí.
O este otro:
Ahí la llevas valiente / mátala, mátala; / si no tienes navaja / tómala, tómala.
(Del libro «Cancionero y tradiciones del Encinasola)
¡Que gran idea has tenido querido Tomás! Es una forma diferente, y muy agradable, de comenzar la semana. Un fuerte abrazo (de 6 segundos que dicen es lo que tiene que durar)