Uno de los momentos íntimos de la Semana Santa de Valverde, es la salida del Señor del Santo la madrugada del jueves. La gente se va congregando en torno a la ermita. Del interior llega, como un rumor lejano, sones de cantos religiosos. La gente habla en voz baja, y aguarda. En el ambiente se percibe la intimidad y solemnidad del momento. Suenan cuatro campanadas. Las cuatro. Silencio. Con el golpe del llamador se abre la pesada puerta que deja escapar, ahora cada vez con mayor claridad, los cantos y el olor a incienso y cera quemada. Cruz de guía. Dos interminables hileras de Capiruchos Negros, cirio en mano. Hombros fuertes, sufridos y orgullosos alzan al Señor del Santo a la llamada del capataz. Acompasadamente, con majestuosidad y elegancia, el paso empieza a moverse. Apenas se ha situado en el centro de la ermita y, sin dar tiempo a que avance, desde el interior de la ermita una voz desgarradora rompe el silencio.
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SE ENTURBIA LA NOCHE CLARA
VALVERDE SIENTE ALEGRÍA
Y EL QUE LO MIRA A LA CARA
AL CRISTO DE LAS TRES CAÍDAS
EL CORAZÓN SE LE PARA.
Misterio, embrujo, pasión… La saeta, cortando el aire, condensa la intimidad del momento, fundiendo los sentimientos de un pueblo. La puerta de la ermita parece que se agranda en el mágico momento en el que el Señor del Santo sale a recorrer las calles de Valverde.