El cantar auténtico del pueblo no se detiene en estilos, ni formas musicales. Más bien deja que fluya la espontaneidad y canta lo que le gusta, cuando quiere y de la forma que le parece. Es así como se desarrolla la tradición oral, esa rutina de escuchar, retener y repetir las letras de coplillas, adaptándolas al entorno o al gusto personal.
En ocasiones, una misma letra se acomoda para ser cantada con tonadas distintas. Como ejemplo de esta situación, en la presentación del libro A compás de palmas (Sevillanas tradicionales de Valverde del Camino) mostré un vídeo preparado para la ocasión: una hermosa letra de Almonaster la Real adaptada para ser cantada como fandango y como sevillana tradicional. Hoy, quiero compartirla desde esta ventana.
El mensaje de la letra destila valores del ámbito rural.
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EL ÁRBOL DEL QUERER BIEN
NO TIENE MÁS QUE UNA RAMA
Y PARA SUBIR A ÉL
ES PRECISO QUE OTRO CAIGA
Y A MÍ ME TOCÓ CAER.