La ternura de arrullar a un niño, una niña, con ese canto dulce, esa voz de algodón que envuelva con velos invisibles para proteger su sueño…
[291]
EN EL CUERNO DE LA LUNA
HE PUESTO MI CORAZÓN,
PARA QUE NO SE LO LLEVE
UN NIÑO, QUE ES UN LADRÓN.
[292]
TODO LO CHIQUITITO
ME HACE A MI GRACIA,
COMO LOS PUCHERITOS
DE MEDIA CUARTA.
[293]
¿CÓMO NO HE DE QUERERTE,
NIÑO DEL ALMA,
SI ERES UN PEDACITO
DE MIS ENTRAÑAS?
[294]
CLAVELITO ENCARNADO,
ROSA EN CAPULLO,
DUÉRMETE VIDA MÍA,
MIENTRAS TE ARRULLO.
Te propongo dos minutos de música: Aires de cuna, de Carlos Cano.