A TODAS LAS MADRES Y, ESPECIALMENTE, A LA MÍA, DE LA QUE CADA DÍA PERCIBO MÁS SU AUSENCIA.
(Dedicado también a todas las personas que aun pueden gozar de la presencia de su madre: no perdáis el tiempo, disfrutad de cada momento con ellas)
Dice una adivinanza popular
¿Quién será, quién será,
que nada nos pide y todo nos da?
Nada hay comparable a una madre. Su entrega, dedicación y cariño no conocen límites. Siempre están ahí, dándolo todo y sin pedir nada a cambio. Un refugio permanente e incondicional.
Pensamos que son eternas, pero un día… ¡Qué vacío! Nada, ni nadie, puede llenarlo. Pierdes la mayor de las referencias: la que empezó antes de nacer y te acompaña toda la vida. Porque tu madre, aunque se vaya, te acompaña siempre, permanece eternamente en tu corazón.
Estas coplillas de hoy, que bien reflejan ese nexo –único e inigualable- entre madres e hijos, van por ellas.
[1]
Déjeme usted que le cante,
y que le cuente mis penas,
yo no hice daño a nadie,
sólo pasé la frontera
con tres cosas pa mi madre.
[2]
Ponte el mantoncillo, madre,
y ven conmigo a la audiencia,
hable usté con el fiscal,
a ver si con su presencia
me sacan en libertad.
[3]
Cuando salgo al contrabando
contento expongo mi vida,
porque el pan que voy ganando
es pa mi madre querida
que en casa me está esperando.
[4]
Que te he querío con locura
eso no lo pueo negá;
pero has ofendío a mi madre
ya no te quiero pa ná,
anda y busca quien te ampare.
[5]
Las madres son las que sufren
que las novias no lo sienten:
se buscan cuatro chavales
y con ellos se divierten.
[6]
Si te toca te joes
que te tienes que ir
que tu madre no tiene
para librarte a ti.
[7]
Mi madre enferma en la cama
y yo sin poderla ver,
a mi me ahoga la pena,
porque de seguro sé
que al verme, se pone buena.
[8]
Los soldaditos del rey
cuando se van a acostar
tiran el gorrillo y dicen:
mi madre, ¿cómo estará?
[9]
Todas las cosas del mundo
se compran con los caudales,
pero no se pue comprá
el cariño de una madre,
siendo única verdad.
[10]
Lo mismo que un torreón
que azota y cuartea el viento,
así está mi corazón
cuarteao del sufrimiento
por mi madre, que murió.
[11]
No hay pena más insufrible
que la muerte de una madre;
olvidarla es imposible,
y aunque el tiempo va pasando
siempre en tu recuerdo vive.
[12]
Al viento, al viento,
cuando nombro a mi madre
¡cómo la siento!
(Publicado en el periódico «El Picón» en el mes de agosto de 2011).