Cada mañana, al subir la persiana de la cocina, están allí. Les gustan las aceitunas maduras. Se revuelven y van de una rama a otra, siempre pendientes de todo. Hoy, que me he puesto a ordeñar las ramas del olivo, se han retirado y me observan inquietos. Creo que me miran con malos ojos tras su pico amarillo anaranjado. Estoy quitándoles el desayuno. Y el almuerzo, la merienda y la cena.
Yo, mientras me afano en la tarea, hago cálculos. Me paro un momento a descansar y aprovecho para echar cuentas. Llego a la conclusión que en un kilo de aceitunas entran unas 300, del tamaño de las que ahora recojo. Lógicamente el número depende de la variedad, tamaño y madurez de las aceitunas. Un kilo de aceitunas proporciona unos 200 mililitros de aceite. Cuando desayuno -me encanta pringar bien la tostá- utilizo unos 10 mililitros. Se necesitan 15 aceitunas para mi desayuno. Los mirlos, creo que más.
¡Con el trabajo que cuesta cogerlas!
Es tiempo de aceitunas. Y de aceituneras y aceituneros.