Me levanto, reflexiono mientras desayuno, reparo en la fecha -diez de agosto- y caigo en la cuenta de que se ha ido más de medio verano. Tan intenso y absorbente como un buen libro o una de esas reuniones en las que rodeado de amigos compartes, comes, cantas, conversas, bailas y ríes mientras el reloj anda de vacaciones.
Es tan bonito hacer cosas que te gusten…
Pero aún así, necesitaba descansar. Y en estos sofocantes días, no es mala opción refugiarse a la sombra de las olas. Y pasear, leer, escuchar música, dejarte envolver por el rumor del mar mientras te acaricia una suave brisa marina.
Pero esto no dura mucho: aún no he aprendido a estar sin hacer nada.
¿Conoces la historia de esta canción?