Hace un par de días presenté mi nuevo libro. Una gozada sentir el cariño de la gente de mi pueblo y la acogida que está teniendo ENCINASOLA, ZAGUÁN DE COPLAS.
Uno tiene una sensación parecida a cuando los hijos se hacen adultos y se van de casa. Eso que se ha venido a llamar «el nido vacío». Siguen siendo tus hijos, les quieres igual, fuieste preparando sus alas para que volaran solos y tuvieran su propia vida. Y, un día, dejan el nido. Y te sientes feliz de haber hecho lo que crees correcto. Pero, en algún momento, tienes la sensación de que pierdes algo aunque el logro final es una auténtica gozada.
Mientras escribes un libro eres el dueño de cada palabra, cada coma, cada fotografía, del contenido de cada párrafo… Luego, cuando lo publicas, dejas de tener intervención sobre él. En su presentación le vas diciendo adiós, entregándolo, con mimo y complacencia, a tus lectores. Deja de ser tuyo. Pasa a ser de todos. Decía Machado que «en cuestiones de cultura y de saber, solo se pierde lo que se guarda; solo se gana lo que se da.»
Y vendrán otras presentaciones en otros lugares, y pondré todo mi tesón en el grato empeño de su difusión, y siempre me acompañará la satisfacción de haber contribuido a la sociedad con mi esfuerzo personal… Pero, durante la despedida, hay un breve instante en el late un sentimiento contrapuesto al que se asoma esa sensación de «nido vacío».
He oído decir muchas veces que para una persona es sustancial «tener un hijo, plantar un árbol, escribir un libro…» Ahora, lo importante y difícil es «criar a un niño, regar y conseguir que el árbol crezca y que la gente lea tu libro». Y esto último, ahora, ya no depende de mí.
Este libro, por lo pronto, se puede adquirir en distintos lugares de Encinasola (gasolinera, estanco, supermercados, tiendas… aquí no hay ninguna librería, algo que a mí me causa tristeza) y, además, en tanto la editorial Círculo Rojo lo pone en las plataformas digitales, lo puedes solicitar a mi correo electrónico (tomaslopezlopez@gmail.com).
Los libros, también tienen rincones. Estoy seguro de que en cualquiera de sus 352 páginas, 370 coplillas, 154 fotografías o en cualquiera de sus párrafos, encontrarás una sonrisa, una reflexión, un recuerdo olvidado, una expresión amable… Creo que no te decepcionará.
Yo, aquí seguiré. Ahora entregándome a recomponer los girones de tiempo que quité a mi gente y me robé a mí mismo. Procuraré reconfortarme con lecturas pendientes y la placidez de la música. Y ahora, llega el momento del brindi…