No sé en qué momento el ser humano entendió la necesidad de resaltar el descanso frente al trabajo y consideró la importancia del ocio como potenciador de la voluntad y el esfuerzo. Sin duda, fue un acierto: nada contribuye mejor a un buen quehacer, que un asueto previo.
Y aquí estoy de nuevo, con el brío que proporciona la tregua.
Esta vez no empezaré con coplillas. A lo largo del verano, aquí y allá, oí expresiones, dichos, refranes, chispazos de sabiduría popular en suma, que hoy quiero compartir. Así que, despojadas de comentarios para que cada cual las interprete, ahí van:
Hoy comeremos arneses, la comida de los portugueses.
Como el burro de Morringa, que con tres no puede y con cuatro respinga.
Estás más flojo que unas cangallas.
El año pasado se murió el burro y ahora le viene jediendo el culo.
Por la noche bonita, bonita, y por la mañana, tararita.
Que Dios me dé la misma fuerza en el pito, que al jabato en el hocico.
Después de conejo ido, palos a la cama.
Cuando el sargento juega a los dados, qué no harán los soldados.
Como el sastre del Campillo, que cose de balde y pone el hilo.