Cuenta la tradición que en el siglo I del Cristianismo, Zaqueo de Jericó y su esposa Verónica, la que limpió el rostro de Jesús camino del Calvario, huyeron en barco arribando a la costa francesa. A la muerte de su esposa, Zaqueo se retiró a una rocosa montaña de Quercy, donde en el interior de una cueva construyó una pequeña capilla en honor a la Virgen. Muchos años después, en 1165, bajo el suelo de la capilla de la Virgen, se descubrió en perfecto estado, un cuerpo que asociaron a San Amador. La leyenda identifica a San Amador con Zaqueo. De esta forma, la gran roca donde levanta San Amador la capilla se conoce con el nombre de Roc-Amadour, tomando la advocación en España el de Roca-Amador o Rocamador.
Roc-Amadour era lugar de peregrinación desde mucho antes pero, a raíz del descubrimiento del cuerpo de San Amador, aumentó la fama del lugar de tal forma que los peregrinos procedentes de toda Europa camino de Santiago, acudían al santuario atraídos por la fama milagrosa de la Virgen. Desde finales del siglo XII y hasta el XIV fue, junto con San Miguel en Normandía, el lugar más visitado por los peregrinos en toda Francia.
La devoción a Nuestra Señora de Roca-Amador llegó a España a través de los peregrinos que marchan a Santiago. A finales del siglo XII, un grupo de quesinois[i] se asienta en Estella (Navarra) y en su honor levantaron una iglesia en las afueras de la ciudad. A partir de aquí, la devoción se va propagando a lo largo de todo el Camino de Santiago y a finales del siglo XII y a lo largo del XIII, ligada a las repoblaciones humanas de la reconquista, se extiende por el oeste español, hasta llegar a Encinasola. Desde entonces se la venera y actualmente, cada 8 de septiembre, procesiona por las calles de Encinasola.
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NI LA LUNA, NI EL SOL CLARO;
NADA EXISTE MÁS HERMOSO
NI DERRAMA MÁS AMOR,
QUE CUANDO LA PLAZA CRUZAS,
VIRGEN DE ROCA-AMADOR.