Día 50. 2/05/20. Sábado.
A todas las madres y, especialmente, a la mía, de la que cada día percibo más su ausencia.
Mañana es el día de las madres. Sé que es un simple reclamo comercial, no hay que prestar más atención a eso, pero se trata de una ocasión más para que, si aun la tienes, le muestres tu cariño, le des un tierno beso, le digas cuánto representa para ti y cuánto la quieres. La harás feliz y jamás te arrepentirás de ello. Mañana, para darle un abrazo a tu madre, entendería que te saltaras el confinamiento aunque, mejor, para preservarla del bicho, lo hagas de forma virtual.
Dice una adivinanza popular
¿Quién será, quién será,
que nada nos pide y todo nos da?
Nada hay comparable a una madre. Su entrega, dedicación y cariño no conocen límites. Siempre están ahí, dándolo todo y sin pedir nada a cambio. Un refugio permanente e incondicional.
Pensamos que son eternas, pero un día… ¡Qué vacío! Nada, ni nadie, puede llenarlo jamás.Solo aprendes a convivir con su ausencia. Pierdes la mayor de las referencias: la que empezó antes de nacer y te acompaña toda la vida. Porque tu madre, aunque se vaya, te acompañará siempre, permanece eternamente en tu corazón.
Hay un muestrario de coplillas que recogen ese nexo –único e inigualable- entre madres e hijos. Estas, van por ellas.
Déjeme usted que le cante,
y que le cuente mis penas,
yo no hice daño a nadie,
sólo pasé la frontera
con tres cosas pa mi madre.
—
Ponte el mantoncillo, madre,
y ven conmigo a la audiencia;
hable usté con el fiscal,
a ver si con su presencia
me sacan en libertad.
—
Cuando salgo al contrabando
contento expongo mi vida,
porque el pan que voy ganando
es pa mi madre querida
que en casa me está esperando.
—
Las madres son las que sufren
que las novias no lo sienten:
se buscan cuatro chavales
y con ellos se divierten.
—
Si te toca, te joes
que te tienes que ir,
que tu madre no tiene
para librarte a ti.
—
Mi madre enferma en la cama
y yo sin poderla ver,
a mi me ahoga la pena,
porque de seguro sé
que al verme, se pone buena.
—
Los soldaditos del rey
cuando se van a acostar
tiran el gorrillo y dicen:
mi madre, ¿cómo estará?
—
Todas las cosas del mundo
se compran con los caudales,
pero no se pue comprá
el cariño de una madre,
siendo única verdad.
—
Lo mismo que un torreón
que azota y cuartea el viento,
así está mi corazón
cuarteao del sufrimiento
por mi madre, que murió.
—
No hay pena más insufrible
que la muerte de una madre;
olvidarla es imposible,
y, aunque el tiempo va pasando,
siempre en tu recuerdo vive.
—-
¡Al viento, al viento!
Cuando nombro a mi madre
¡cómo la siento!
Hoy la música, este Soneto a mamá, de Serrat.
Bonito y sentido, pero de música triste. Y las madres siempre dan alegría, así que también te dejo este Río Manzanares -que en esta ocasión se ofrece como el obtáculo para llegar a la madre, igual que ahora el COVID-19 ahora-, un tema más alegre, de la familia Parra.
Esta tarde saldré a dar un paseo. Cumpliendo las medidas.Con orden y prudencia, como corresponde. Una vueltecita por los alrededores, vendrá bien. Física y mentalmente. Es como estar sediento, llegar hasta la fuente y, con moderación, beber un poco de agua en un cucharro de corcho.
Los datos de hoy: 216.582 diagnosticados; 25.100 personas muertas; 117.248 pacientes dados de alta.