Pocas cosas perduran al paso del tiempo. La evolución propia de las técnicas y avances hacen que cambien los modelos festivos, las prácticas laborales, vestimentas, formas de comunicarnos, lo que nos divierte o entretiene y, en conjunto, se vayan modificando nuestros comportamientos. Quizá no se aprecie de un año a otro pero, cuando se mira unas décadas atrás, se ve que nada es como antes.
En el ámbito folclórico musical lo que podemos ver y oír ahora son productos folclóricos. Al desaparecer el marco en el que se desarrollaba y perder sentido su función, pasa a ser una recreación alejada de su contexto natural y se nos muestra con las entrañas quemadas, como sin autenticidad.
El otro día tropecé con un vídeo de los años sesenta del siglo pasado y quiero mostrártelo. Son mujeres alosneras cantando sus fandangos y seguidillas al compas de la aguja. Seguramente en algún taller de costura de los que organizaba la Sección Femenina.