De cuando en cuando un día de tregua, reconforta. Es reparador. Tranquilidad, sosiego, sillón, pipas… El día se presta. Amaneció con esa llovizna fina que difumina el horizonte envolviéndolo en un marco que propone reposo, recogimiento. Invita a chimenea, migas con aceitunas, naranjas y sardinas –llegué tarde a La Plaza de Abastos y ya no había; lo cambié por unos filetitos de tocino de veta-, y calor hogareño.
Estos días, siempre recaigo -placenteramente- en los romances.
Hoy me sorprendí cantando “estaba un marinerito re mi re…” Y lo quiero compartir contigo.
Te deseo buen día. De tregua, reparador.
¡Qué situación más bucólica…Tomás! Y digo yo, al tocinillo de veta ¿sería cosa que le viniese mal un vinillo de compañía?