A veces pienso que te tengo aburrido o aburrida, de coplillas. Por eso hago pausas, doy treguas y las dejo dormir en la placidez de una espera sosegada. Pasado un tiempo, llaman de nuevo a mi puerta, despiertan del letargo, renacen. Siempre se desperezan por soleares. Quizá por que
No hay copla que diga más
que lo que dice en tres versos
un cante por soleá.
¡Qué grandeza! Esa concreción, era finura y delicadeza, esa agudeza para sentenciar, para completar una idea, un mensaje en apenas quince palabras, solo está al alcance de una soleá.
Y en estos tiempos de locura, vértigo y sinrazón, ahora que los acontecimientos aturden y desbordan, que amenazan la paz y provocan desaliento, ahora, en una ráfaga, me asaltó una soleá:
Mirad la paloma blanca:
va sin ramita en el pico
y con las alas quebradas.
.
¿Se puede decir más en menos?
Y se asoman cantes que encumbran la grandeza de la síntesis, que sentencian con tres o cuatro versos. Relájate y escucha a Carmen Linares en estos tangos.