VALVERDE Y LOS GURUMELOS

   En llegando enero ya empezamos a mirar al cielo esperando su benevolencia y que el tiempo sea propicio, permitiendo la abundancia de la seta más popular y sabrosa de nuestra tierra: el gurumeLo (según el diccionario de Corominas, voz procedente del portugués «cogumelo»). Perderse por entre encinares, jaras y monte bajo en busca del mato hasta encontrar el tesoro, es un placer incluso cuando se da mal la cosa y los puñeteros se esconden.

   Aunque no siempre es así. Marcelo Palanco (padre), en Valverde canta por fandangos, cantaba este del «Vara»:

Y llegué al Calabazá

y no me encontré ninguno

y de regreso patrás

eché un rebusco en Panduro

y me los pude encontrá.

    Luego, una vez en la cocina, de cualquier forma están buenos. De los gurumelos y de la rica gastronomía valverdeña hablaba una de las sevillanas de José María «El Castizo»; su letra destila esencia valverdeña:

Me gustan los gurumelos

y los guisos de frijones

alfajores y pestiños,

piñonates y piñones;

el tabeje y los calostros

y la empella en la tostá,

los pimientos encurtíos

y espetos de carne asá;

un puchero de aguardiente

con agua del Berecillo,

las mujeres, las guitarras

y el cante por fandanguillo.

González Mora, poeta valverdeño de pluma ágil y certera, cantaba así:

Cosas tiene mi Valverde

que no se comen en La Habana

tortillas de gurumelos,

alfajor de Las Manzanas,

lo mejor del mundo entero.

    Los gurumelos no son solo cosa de hombres. Luis Arroyo Valero, en su Cancionero de Valverde, recogía esta coplilla, eco perdido de otro tiempo, en el que anotaba que se cantaba en el Rosario de la Aurora.

En Las Peñas se crían mujeres

para gurumelos, las más apañás;

se levantan por la mañanita

y por la noche vuelven 

con la canastá.

   Pero, referido al gurumelo, el folclore musical valverdeño remata sus alusiones al mismo con ésta otra:

Si vas por gurumelos,

gurumelera,

no has de traer ninguno,

como el que llevas.