La Virgen de las Rocinas

DSC_0399Las tierras de Las Rocinas formaban parte del Reino de Niebla cuando fueron reconquistadas por Alfonso X El Sabio, en 1262.

A la madre naturaleza se le fue la mano en Las Rocinas; tal vegetación, fauna y belleza derramó en ellas, que pareciera una réplica al paraíso. Y con estas virtudes, no era cosa de repartirla, ni cederla; así que se reservó como Coto Real para cazadero de la Corona. Y desde entonces, reyes, personalidades y gobernantes –entre ellos los últimos presidentes de gobierno-, han ido pasando por allí –ahora bajo el nombre de Doñana- unos a cazar, otros a descansar y algunos, cualquiera sabe a qué.

TABLA CORIA 2Y fue así como, Alfonso X, encargó una imagen de la Virgen para el cazadero de Las Rocinas, que se instaló en una ermita mandada construir en 1298 por la reina María de Molina, personaje singular de la época, siempre ligada al poder durante los reinados de su esposo, Sancho IV, su hijo, Fernando IV, y su nieto, Alfonso XI.

De época del reinado de este último, en 1340, en el Libro de la Montería “que mandó escribir el muy alto y muy poderoso Rey Don Alfonso XI de Castilla y de León que fabla en todo lo que pertenece a las maneras de la Montería” –considerado el primer tratado de caza mayor-, que dedica un apartado a los “espacios de la Corona reservados para cazar”, en el que se encontra una referencia escrita a la existencia de una Ermita en Las Rocinas, dedicada a la veneración de Santa María de las Rocinas, la Virgen del Rocío.

Desde esta época, no faltan referencias documentales a la Ermita de Las Rocinas, especialmente en los deslindes entre el Reino de Sevilla y Niebla y en los inventarios del término de Almonte. Más tarde, hacia 1575, se funda el Convento de la Victoria de los Frailes Mínimos, encargados de custodiar la ermita y organizan los cultos de septiembre.

Pero junto a estas referencias escritas, discurren leyendas -que no dejan de ser eso, leyendas-, creadas quizá con una base real o de forma interesada y luego mantenidas a través de la tradición oral, esa cadena que implica oír-retener-repetir, en la que la argumentación se olvida, enriqueciéndola con detalles propios y adaptándola a intereses personales, de los pueblos, de entidades y convirtiéndola en duna móvil.

En el siglo XV y XVI surgieron muchas leyendas asociadas a advocaciones. Apariciones, milagros, encuentros de imágenes por pastores o cazadores… Era la forma de iniciar el proceso por el cual una comunidad se encomendaba a una divinidad. En otras era despertarla, revitalizar el sentido religioso. En esta linea hay que enmarcarlas leyendas que circulan respecto a la Virgen del Rocío, que sitúan el origen de la advocación en el siglo XV.

Estas leyendas recogen que Gregorio Medina -un cazador de la actual Villamanrique de la Condesa-, encontrándose junto a otros compañeros de cacería en la zona de Las Rocinas -término de Almonte- halló en el hueco del tronco de un árbol centenario, la imagen de la Virgen. Dio cuenta a Almonte, por ser el pueblo más cercano, pero también llegó la noticia a oídos de la gente Mures -nombre primitivo de Villamanrique-, de donde era natural el cazador.

Escena tradicional que reproduce el momento en el que el cazador Gregorio Medina encuentra la imagen de la Virgen del Rocío

Escena tradicional que reproduce el momento      en el que el cazador Gregorio Medina  encuentra la imagen de la Virgen del Rocío

Ambos pueblos manifestaron su deseo de llevar la imagen a su parroquia y, para resolver el conflicto, sometieron sus pretensiones al juicio de dos yuntas de bueyes que, uncidos a la misma carreta, enfrentaron sus fuerzas en direcciones opuestas, no pudiendo avanzar. El hecho fue interpretado como el deseo de la Virgen de permanecer en el lugar donde fue hallada, y allí se levantó la ermita. Esta versión forma parte de la historia oral que comparten los pueblos de la comarca.

Fuere como fuere, desde aquellos tiempos la devoción a la Señora de las Rocinas se fue extendiendo por las poblaciones cercanas y a mediados del siglo XV se empezaron a celebrar cultos, fiestas y romerías comunes a los pueblos del entorno. Un impulso importante se debió a los dos mil quinientos pesos que legó Baltasar Tercero -un aventurero sevillano que murió en Lima en 1594-, para instituir una capellanía en la Ermita de Las Rocinas. Con ello, la fiesta en honor de la Señora aumentó su solemnidad y concurrencia a lo largo de la primera mitad del siglo XVII.

En 1653, la Virgen -todavía conocida como Santa María de las Rocinas-, fue proclamada patrona de Almonte y, con el patronazgo, se cambió el nombre de Rocinas por el de Rocío, y se acordó celebrar fiestas solemnes, con Misa y sermón, para siempre jamás, cada 8 de Septiembre, fiesta de la Natividad de María.

La fotografía más antigua que se conserva de la Romería del Rocío. 1848.

La fotografía más antigua que se conserva de la Romería del Rocío. 1848.

El primer atisbo de independencia de la Hermandad respecto a la Capellanía fundada con el dinero de Baltasar Tercero -dependiente del Concejo de la Villa y la Parroquia de Almonte-, se produce con ocasión de la destrucción de la Ermita a consecuencia del terremoto de Lisboa de 1755. La tardanza en su reconstrucción, que era competencia del Concejo, provocó la reacción de la Hermandad, que inició su reorganización, buscando una cierta independencia del Concejo. Para ello se elaboró, y el Arzobispado de Sevilla aprobó, en 1758, la Regla más antigua que posee la Hermandad Matriz de Almonte. Otra resulta de esta reestructuración fue el cambio de fecha de la celebración de las fiestas y cultos que, desde entonces, se realiza en Pentecostés.

Y surgió la fundación de las primeras hermandades filiales y comenzó a configurarse la romería, tal y como la conocemos hoy, en cuanto a estilo, maneras y cultos. Las primeras hermandades filiales se crearon hacia finales del siglo XVII y principios del XVIII; fueron, por este orden, Villamanrique, Pilas, La Palma del Condado, Moguer, Sanlúcar de Barrameda, Triana, Umbrete, Coria del Río, Huelva, San Juan del Puerto, Rociana, Carrión de los Céspedes, Benacazón, Trigueros, Gines, Jerez de la Frontera, Dos Hermanas, Olivares, Hinojos, Sevilla, Bonares, Puebla del Río, Bollullos par del Condado, Valverde de Camino…

De las 117 que hay en la actualidad, Valverde del Camino es la filiar número 23. Se creó en 1935. Su embrión fue una “peña rociera” que fundó José Boza Domínguez a su llegada a Valverde, donde se incorporó a trabajar como médico. Desde entonces, con algún paréntesis durante la Guerra Civil, cada año, los rocieros valverdeños peregrinan a la aldea del Rocío. Así cantan por fandangos la salve rociera:

El Rocío es un punto de encuentro de mucha gente entre la que, de forma especial, está la de Sevilla y Huelva. La convivencia en la aldea ha jugado una importantísima función como intercambiador cultural y folclórico. Siempre estuvo presente el fandango y la sevillana, que fue, y es, cantada, bailada y compartida por la gran familia rociera en los lances de la diversión.

Por eso, si el fandango ocupó el vídeo anterior, quiero ahora terminar con una hermosa sevillana tradicional, que bien dibuja el regreso, la despedida y la intención de volver:

[315]

LA VIRGEN DEL ROCÍO

SE QUEDA SOLA,

EN AQUELLA MARISMA

SIENDO PASTORA.

SALUD Y SUERTE

PARA EL AÑO QUE VIENE

VOLVER A VERTE.

procesion-Virgen-Rocio