La gente mayor atesora una sabiduría basada en la experiencia que, con frecuencia, generaciones más jóvenes desprecian o ignoran. Si se les escucha con atención, además de hacerlos felices, en cualquier momento puede surgir una enseñanza o una sentencia.
Mi padre era mucho de refranes y dichos. A cada momento salía con algo que, en muchas ocasiones y haciendo gala de su sabiduría y alegre temperamento, la enseñanza portaba una sonrisa. En la Navidad pasada, tomando una cerveza, le pregunté “¿Cómo estás ahora?,” y él me respondió:
“NO ESTÁ UNO YA, NI PA LAS COPLAS DE UN CASAMIENTO”.
Y después aclara: “en los casamientos de antes se cantaba poco, porque había que estar a lo que se comía, no al cante”.
Pues como ésta, muchas. Todos los refranes que pongo a continuación salieron de su boca, siempre en el momento adecuado.
A LA LEÑA TUERTA, SE LE BUSCA LA VUELTA.
—
LAS ABREVIATURAS Y LOS CUERNOS,
NA MÁS QUE LOS ENTIENDE QUIEN LOS PONE.
—
EL QUE PRESTA BESTIAS Y A LA MUJER SACA DE FIESTAS,
A LA VEJEZ, CORNUDO Y SIN BESTIAS.
—
SI SUPIERAS MARÍA ANTONIA
LOS CAMINOS COMO ESTÁN,
NO ME MANDARÍAS POR LEÑA,
TENIÉNDOLA EN EL CORRAL.
—
ESTÁS COMO LOS PERROS DE TÍO QUINQUILLO,
QUE CUANDO LES SALÍA LA LIEBRE
LES ENTRABA GANAS DE MEAR.
No penséis que ésto sólo era cosa de mi padre; si les damos la oportunidad, todas las personas mayores tienen un cofre dónde guardan joyas de esas que no se pueden robar, sólo guardar y transmitir desde el cariño y la ternura.
Si aun tienes la oportunidad de escuchar a tu padre, hazlo; aprenderás y algún día -que deseo muy lejano- comprenderás, que es una de las satisfacciones mayores que tendrás en tu vida. Y ahora no hablo de folklore.