EL CARNAVAL EN VALVERDE EN EL PRIMER TERCIO DEL SIGLO XX. PELACHINGO (III)

EL ESPÍRITU CARNAVALESCO (I)

EL CARNAVAL EN HUELVA Y SU PROVINCIA (II)

EL CARNAVAL EN VALVERDE EN EL PRIMER TERCIO DEL SIGLO XX. PELACHINGO (III)

  Al arraigo y consolidación del Carnaval le favoreció mucho el complejo marco histórico y social del último tercio del siglo XIX y el primero del XX es muy complejo. A la Restauración Monárquica de Cánovas del Castillo (1875-1923), siguió la Dictadura del General Primo de Rivera (1923-1929) y la II República (1931-1936). Las guerras de ultramar, la progresiva conciencia reivindicativa de la clase obrera, la creciente desavenencia Iglesia-Estado, el desarraigo popular de la religiosidad y la conflictividad política, fueron ingredientes sobrados para alimentar la fiesta considerada de la libertad y la crítica.

  En Valverde del Camino, aunque del primer tercio del siglo XX existe un vacío documental[1], se puede afirmar que en estos años aumentó la participación de las clases populares y se acentuó el carácter anticlerical de la fiesta. Una evidencia de esta última afirmación se constata en el estudio sobre “La Adoración Nocturna de Valverde del Camino en la Crisis de la Restauración (1904-1921)”[2], de Sánchez Corralejo. La “Sección de la Adoración Nocturna de Valverde del Camino”, establecía las vigilias en ordinarias y especiales. De éstas últimas, dice Sánchez Corralejo:

“De todas ellas queremos destacar las “vigilias de carnestolendas”, en las que se rezaba contra los desórdenes del Carnaval. En el Boletín Parroquial los efectos de las carnestolendas y la exuberancia del tiempo primaveral son comparados con la serpiente del paraíso que ofrecía a los mundanos toda clase de placeres, al tiempo que se recordaba, en cambio, que la pasión de Cristo y, por ende, la Cuaresma debían servir para llamar a los fieles a la oración y la penitencia. El arcipreste local[3] enunciaba su receta contra los desmanes del Carnaval: “Misa y comunión por la mañana, visita al Santísimo por la tarde, meditación y ejercicios de reparación por la noche”.[4] En las vigilias de Carnaval tenían una significada preponderancia las socias honorarias: desde 1905, en las tres noches de carnaval, desde las 8 hasta las 10 y media, las socias divididas en tres coros debían visitar al Santísimo, rezarle el acto de desagravio por las injurias de los infieles y cantarle el “trisagio”. Los adoradores acudían con sus esposas, hijas y nietas que, de esa forma, se perdían los bailes de carnaval celebrados en los distintos casinos de la localidad. En la última noche de carnaval se efectuaba la “reserva eucarística con procesión claustral”. Por su parte, el Domingo de Cuaresma se procedía a la exposición solemne del Santísimo dentro de la custodia, precedida de la imposición del distintivo nacional de la A.N.E.[5] a las socias honorarias.”[6]      

 Por la información obtenida y los testimonios recabados en Valverde, se puede asegurar que el Carnaval del primer tercio del siglo XX contaba con una fase preparatoria previa (formación de las murgas, preparación de coplas, confección de vestidos y disfraces, y bailes, entre los que se encontraban el del jueves de comadre y de compadre); luego los tres días de carnaval (domingo, lunes y martes, con el característico bullicio callejero, desfile y actuaciones de las murgas en el teatro), y terminaba con el baile del “Domingo de Piñata”.

  Jesús Ramírez Copeiro, en “Valverde a través de la fotografía”, presenta a un “Grupo carnavalesco en la calle Real de Abajo, frente a la casa del arcipreste D. José Manuel Vizcaíno, a finales del siglo XIX”, y a un “Grupo de valverdeñas disfrazadas, durante el Carnaval de 1926, reunidas en la fonda de la calle Real de Abajo…”[7], que muestran dos instantáneas que ayudan a recrear la forma en que se vivía el Carnaval en la calle.

  Muchas debieron ser las coplas que se crearon en este periodo pero tenían fecha de caducidad –nacían y morían en cada Carnaval-, y la memoria las desterró al olvido. Además, el repertorio de uno de los personajes más pintorescos, ingeniosos y populares que ha existido entre los Hijos de Facanías, Pelachingo[8], eclipsó el resto de las composiciones. Pero fueron más los letristas, como lo evidencia un artículo de Antonio Rico Pérez en el que presenta una letra, obra de Lázaro Lazo, Antonio Domínguez y José Manuel Pelachingo. Del artículo aludido de Antonio Rico, que estimo interesante por la descripción del sentido de la letrilla y recoger fielmente el ambiente de la época, reproduzco su primera parte, que incluye la copla. Es éste:

 “En la década de los años veinte del pasado siglo, el ayuntamiento de Valverde decidió montar una caseta municipal en la Feria de agosto situada en el Valle de la Fuente, frente al Casino católico. El éxito fue tan grande que por ella pasaron todos los personajes importantes de la época y sobre todo los políticos, para los que hacerse ver era, al igual que hoy, obligación ineludible.

  Una de las alegres noches de feria se animó tanto el ambiente de la caseta y tanto corrió el vino, los pucheros y hasta el güisqui entre los personajes que la ocupaban, que se armó la marimorena. La letra dio pie a que los letristas del Carnaval Lázaro Lazo, Antonio Domínguez y José Manuel Pelachingo divirtieran al respetable aquel año cantando, con música del cuplé “Ven Cirila Ven”, aquello de:

 En la Caseta de la Alcaldía

La aristocracia tuvo una orgía

Y cometieron tantas grulladas

Que a todo el mundo le repugnaba.

 Se orinaron en la bandera

Que en el tablao servía de emblema

Y le rogamos a nuestro alcalde

Que los castigue, no hagan alarde.

 Pues todo el pueblo se pitorrea

Al ver que todos se tambalean

¡Ay qué tablones, qué atrocidad!

Y todavía pedían más.

 Whiski pedía un inglés, el Frijón, Evaristo

Y hasta el juez, whiski pedía también

Rafael, don Amable, Juan Rodríguez,

El Médico y Kaesmacher.

 Por eso yo al notarlo

Me tuve que indignar

Al ver el papel tan bajo y tan soez

De la alta sociedad.

 Son nueve los personajes que estos inspirados letristas valverdeños nos dejan en la copla; todos conocidos, poderosos y populares. Al más político lo humillan llamándole por su apodo, “el Frijón”; el entonces tradicional y casi obligado tratamiento de don se le quita a Rafael Fleming, al maestro Evaristo Arrayás, al que fuera alcalde Juan Rodríguez, al médico José María Mora Mora y hasta a Carlos Kaesmacher, gerifalte del Ferrocarril. Para escarmiento de todos se lo regalan a Amable Mittenhoff, el menos relevante. Son nueve importantes personajes valverdeños al que nosotros, regaladamente y para nuestros apuntes, rebautizamos como “Los nueve magníficos””[9]

 Entre las letras de Pelachingo nos han llegado las “Murgas del Carnaval de 1929” que, aunque son instantáneas, reflejan con nitidez los problemas que aquejaban a la gente de Valverde entonces. La política municipal, la percepción de la ruptura de la monarquía, la religión, el papel de la mujer en el carnaval, la crítica social… Éstas son algunas muestras:

Anoche soñó mi tía

que votamos a un alcalde

que arregló todas las calles

que tiene la población.

La cárcel la trasladó

y concluyó el cementerio

y un teatro construyó

en el centro de este pueblo.

Todas las alcantarillas

las llevó pa las afueras

la justicia fue severa

y según soñó mi tía

que despierta no estará

a las niñas de los valles

a echarlas no dio lugar.[10]

El asunto de los impuestos es recurrente en las creaciones de Pelachingo. Y resulta lógico porque eran momentos en los que la presión fiscal se hizo insostenible: se crearon tasas e impuestos hasta por cuestiones insólitas, incluso por los huevos.

El día que se implantaron

los arbitrios en el pueblo

a un rentero le ocurrió

un lamentable suceso.

Un labrador que pasaba

y lo registró el rentero

encontrando en un bolsillo

cierta cantidad de huevos.

El hombre pagó su impuesto

y dijo el rentero enfadado:

usted aquí se ha equivocado

porque ésta no es la cuenta

de los huevos encontrados.

El labrador que era listo

le dijo con voz de juez

dirigiéndose al del “pincho”:

aunque usted haya visto cinco,

solamente pagan tres.[11]

Pero el problema de los impuestos venía de antes. De la introducción al “Inventario de Archivo Municipal de Valverde del Camino[12], reproduzco:

“(…) ocurrió en Valverde un incidente que pudo ser la causa de gran parte de la pérdida documental que hoy lamentamos. Corría el año de 1907 y en la noche del 5 de Enero, por subida del impuesto de Consumos, se produjo una “sedición” –como se denomina en el Libro de Actas Capitulares de ese año-, un motín de vecinos que, disfrazados en algún caso de mujer, según testimonios presenciales, asaltaron las Casas Capitulares, causando destrozos en las mismas, quemaron parte de su Archivo y agraviaron al Señor Alcalde en su persona y bienes. El Archivo, que sepamos, sólo conserva de este suceso que tanto le afectó una escueta referencia en uno de los Libros de Actas, pero la voz popular lo inmortalizó a través de uno de los personajes más ocurrentes que ha tenido Valverde, “Pelachingo”. Así decía una de sus coplillas para las murgas de 1929[13]: (…)”

Y a continuación se citan los versos del 15 al 22 de esta coplilla: 

Con piedras en los bolsillos

como vaquero por la ribera

venían todas las gentes

por esa calle “Piñuela”

a apedrear el cabildo

de esta noble población.

Valverde de mi alma

me has extrañao

que el día cinco de enero

a tu cabildo han apedreao

En casa del diputado

no quedó un cristal

y en casa de Moya

no digo ná.

  (Verso 15)     La tabla que estaba

puesta en los consumos

ardía como yesca

sin miedo ninguno.

Los libros y archivos

también los quemastes

en la misma puerta

  (Verso 22)     del señor Alcalde.

Valverde de mi Valverde

despide a los alosneros

verás como en tu cabildo

de sobras tienes dinero

porque el pueblo del Alosno,

mirando uno por uno

aquel que no es empleao

es dueño de los consumos

y a ti Valverde de mi alma,

como a un limón

te sacan el zumo.[14]

 La explicación completa a la copla nos la muestra Manuel Cayuela en su página de internet[15], de la que recojo textualmente:

“Durante muchos años en las distintas entradas a Valverde del Camino existieron puntos de consumo donde se cobraba una tasa por la introducción de mercancías en el pueblo, principalmente comestibles. A principios del siglo XX un abogado del Alosno casado y afincado en Valverde, José Limón Caballero, se enriqueció al tener adquiridos los derechos de cobro y gestión de los impuestos del consumo. José Limón era conocido como el Diputado, ya que perteneció al Partido Liberal y fue muchos años diputado en el Congreso por el distrito de Valverde.

En estos primeros años del siglo pasado, en Valverde existía un importante porcentaje de la población que vivía en condiciones míseras. La economía familiar dependía en gran medida de los productos que se traían del campo y que luego eran motivo de gravamen al pasar por los puntos de consumo.

Sobre el año 1906 el pueblo llano de Valverde se levantó en una revuelta popular por la subida de los arbitrios del consumo. Estos hechos tuvieron en realidad un marcado carácter político antiliberal, y en cierta medida se utilizó la subida de los consumos como detonador para amotinar el pueblo. Una masa de hombres y mujeres comenzaron a lanzar piedras contra el Ayuntamiento y contra las casas del alcalde y de José Limón. En la casa de éste último se cebaron, puesto que al igual que hoy, los balcones poseían unas enormes cristaleras.

En otro momento, la muchedumbre se agrupó en la plaza, vociferando insultos contra el Ayuntamiento y contra el alcalde que fue zarandeado hasta que consiguió huir lanzando promesas tranquilizadoras. El grupo terminó sacando muebles y archivos desde dentro del Ayuntamiento y creando una gran hoguera.

Los días siguientes, el pueblo fue tomado por efectivos de la Guardia Civil que fueron enviados a Valverde para controlar la situación. A caballo las parejas vigilaban las calles día y noche con los sables desenvainados sin permitir la formación de grupos de personas. Además fueron detenidos y encarcelados todos aquellos que protagonizaron la revuelta.”[16]

  El devenir político de José Limón Caballero se hace merecedor de un estudio a fondo pues, entre 1903 y 1930, se presentó por distintos distritos electorales, -no sólo por el de Valverde del Camino-, cambiando de partido político. Pelachingo también le dedicó una coplilla.

El Partido Liberal se desatina

en decir que votemos a Limón

y nos planta por delante una cortina

y a nosotros nos está chico un telón.

Los doctores que trabajan por la higiene

recomiendan esmerada medicina

que ventilen todas las habitaciones

y se corran por completo las cortinas.

Ni Cortina, ni Limón, ni Ciscobí,

ni Rebollo, ni el pontífice Gallego,[17]

diputado por Valverde ha de salir

el que defienda los derechos del obrero.

 Votad todos a conciencia y no sed tontos

las elecciones éstas hay que hacerlas

con malicia despreciando

al que acapara los consumos.

 Valverdeños… Valverdeños…

Hay que convencerse así

hay que decirle al Limón que no

y a Barriobero[18] sí.[19] [20]  

 

Las dos canciones anteriores conseguí recuperarlas a través de la tradición oral y se cantaron en la presentación del libro “Dicen que Valverde tiene…” (2010). En el siguiente vídeo se incluyen las dos a la vez que se presentan datos autobiográficos de Pelachingo.


NOTAS:

[1] Tras las Ordenanzas Municipales de 1891, existe un vacío documental, siendo las siguientes que se encuentran en el AMVC, las de 1924 que se limitan a regular las tasas e impuestos.

[2] SÁNCHEZ CORRALEJO. Pág. 257-271.

[3] En ese momento D. Jesús de Mora.

[4] SÁNCHEZ CORRALEJO. Cita textual  del B.P. de 1 de febrero de 1913.

[5] Adoración Nocturna Española (A.N.E.).

[6] SÁNCHEZ CORRALEJO. Pág. 262-263.

[7] COPEIRO II. Pág.252 y 253.

[8] José Manuel Ramos Rivera (1886 a 1970), conocido popularmente como “Pelachingo” o “Pela”. Creó innumerables letras y goza del respeto y admiración de los Hijos de Facanías. En 1977 se le realizó un “homenaje popular”, organizado por la “Asociación de Vecinos Pelachingo” en el que se nominó con su nombre una plaza de la ciudad y se editó un libro (PELACHINGO) que incluye sus rasgos biográficos y parte de su obra en forma de “versos, coplas, murgas del Carnaval de 1929, píldoras (Facaniadas del Dr. “Pela”), y chispas (de chispazo)”. El contenido del libro no deja dudas sobre su ingenioso sentido del humor, con punzante crítica social y política, y un sinfín de anécdotas en las que siempre están presentes la agudeza y el desenfado.

[9] FACANIAS. Nº 357, de abril de 2003. Apuntes para la historia: “Los de la gorra” (Antonio Rico Pérez).

[10] PELACHINGO. Pág. 26.

[11] PELACHINGO. Pág. 29.

[12] IAMVC. Tomo 1. Pág. 16 y 17.

[13] En el libro “PELACHINGO”, esta letra no está incluida en el apartado de “Murgas de Carnaval de 1929”, sino en el de “Coplas”. Su creación debe ser anterior a 1929, ya que el suceso aconteció el 5 de enero 1907.

[14] PELACHINGO. Pág. 30. Esta coplilla la conocen los Hijos de Facanías por su primer verso “Con piedras en los bolsillos”.

[15] www.esvalverde.es

[16] CAYUELA M. En la web.

[17] Líderes de partidos políticos alineados con las tesis de la Restauración y cómplices y beneficiarios del caciquismo propio de la época.

[18] Eduardo Barriobero Herrán. Político militante en partidos políticos del republicanismo de izquierdas y vinculado, principalmente, al Partido Federal, del que ocupó el cargo de Presidente Nacional a partir de 1930.

[19] PELACHINGO. Pág. 18.

[20] Los candidatos por el distrito de Valverde del Camino para las elecciones de 1918, del que sólo se elegirá a un representante, son: D. José Limón Caballero, liberal; D. Eduardo Barriobero Herrán, de las izquierdas; y D. Manuel Molina Sancha, albista. Por ello, la coplilla debió ser creada en fecha previa a las elecciones de 1918.