El día se ha vestido de otoño. Algo de frío, nublados, tímida lluvia, viento… Desde la ventaña, por encima del tejado del molino, veo la antigua chímenea de la fábrica -ahora no hay ninguna cigueña, raro- y, al fondo, La Campanilla aparece difuminada por la espesura de la mañana.
El campo sigue con tonos marrones. Con pereza, aparecen pinceladas de verde, fruto del deseo más que de la realidad. Las encinas y los olivos parecen haber rejuvenecido y sus hojas muestran un verdor más vivo tras las aguas de antesdeayer.
Es un ambiente conciliador, reposado, amable.
Para esta tarde apuntan lluvia y viento. Aprovechando una clarita, esta mañana fuimos al cementerio. Limpieza de nichos, cambio de flores… Reencuentro. Conversaciones en silencio. Paz interior.