Desde el primer domingo de agosto hasta el último de Septiembre, cada año, la Virgen de Roca-Amador permanece en la parroquia de Encinasola, para goce de los marochos.
Encinasola, sabiamente, ha sabido mantener una devoción repartida y equilibrada entre las dos advocaciones religiosas con ermita en su término: la Virgen de Flores y la Virgen de Roca-Amador. La presencia de ambas -que se remonta al proceso repoblador de la comarca a finales del siglo XIII-, está ligada a la existencia del núcleo urbano actual y a sus primeros moradores.
La Virgen de Roca-Amador era conocida de antiguo en el pueblo como la “Virgen de los pobres” y su hermandad ha seguido siempre reglas de discreción, fe e intimidad religiosa. La Virgen de Flores, la Patrona, tan esplendorosa y galante, ejerce el patronazgo velando por la protección de todos los marochos, presentes y ausentes.
Eduardo Hernández, “El Garrocho”, en un fandango con melodía inspirada en “El Pandero” (¡¡qué gran error hacer versiones, con lo bonito que es El Pandero tal como es!!), sintetizaba así este sentimiento compartido:
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TIENEN TODOS LOS MAROCHOS
REPARTIDO EL CORAZÓN
ENTRE SU VIRGEN DE FLORES
Y LA DE ROCA-AMADOR;
TODOS LOS MAROCHOS TIENEN
DIVIDIDO SU FERVOR.