Una semana ausente, fuera de servicio, vuelvo, analizo y lo que percibo es el mundo en modo desastroso.
En el ámbito personal, me ha dolido especialmente no estar en la Llevada de la Virgen de Roca-Amador a su ermita. Por devoción y porque soy el secretario de Su Hermandad. Me cuentan que todo fue bien. Un día bonito y en orden. Mi felicitación a la Junta de Gobierno por el buen desarrollo de nuestra íntima y discreta romería. Habéis estado de diez. Enhorabuena.
Pero en estos días, un trágico acontecimiento sembró de dolor a una familia valverdeña y a todo el IES Don Bosco: la muerte de un alumno de dieciseis años en un desgraciado accidente de moto. La vida es frágil y, con frecuencia, presenciamos cómo se rompe en diminutos pedazos delante de nuestras narices. Sin poder hacer nada. Solo bajar la cabeza. Asumir. ¡Qué tristeza! Descansa en paz, Fran.
Si uno mira las noticias, se adentra en la vida política, en las guerras, en la inmigración, en la muerte de mujeres a manos de sus parejas, en la dinamita que pueden contener las acciones de un cura para la iglesia o la violencia en un aula de un IES de Jerez (este es un asunto extremadamente grave, que deambula entre los pupitres y durante los recreos, a la sombra de la normalidad y que nadie parece ver; me pregunto ¿cómo tendrían al muchacho?), uno piensa que este barco va sin rumbo.
Pero con todo, en estos días, me heló el corazón la profanación del Sagrario y robo del Niño de la Virgen de Flores de Álora. Lo he escrito bien: robaron el Niño. No encuentro palabras. Rabia, decepción, impotencia, abatimiento, desolación… una mezcla de todo.
Hay que tomar nota, aprender, saber que los santuarios extramuro están aislados, con pocas medidas de seguridad y que los malhechores no se paran ante el altar de un edificio religioso.
Envuelto en sábanas y fiebre, pensaba en Pepe Morales, un amigo. Es un referente tan significativo de Álora que, lo que le dices a él, alcanza a todos los perotes. Pensaba en cómo lo habrá sentido, en su horror mientras anotaba en las hojas sueltas de su cuaderno de bitácora el sobrecogimiento y la angustia del pueblo de Álora. Ayer, pude llamarlo. Parece un asunto complejo y delicado, pero terriblemente amargo y desgarrador.
¿Qué hay detrás de un suceso de este calibre? ¿qué sociedad tenemos? ¿qué hemos hecho o dejado de hacer para que la barbarie alcance esta dimensión? Ánimo a todos los perotes. Si importantes son las imágenes, más importante es la fe.
Sabes que siempre dejo música. También con música puede uno solidarisarse: Álora la barrancosa, grupo folk Nuestra Tierra.