Con la serenidad que dan los años, a los nietos -en mi caso nietas- se les trata con el cariño, atención, templanza, rectitud y sentido común que corresponde. Aunque no se haga de forma consciente, que a veces sí, siempre vamos abriéndole puertas, alumbrando caminos, desplegando capacidades y amortiguando golpes. Se meten en tu corazón y tú en el de ellos. En muchos casos, los abuelos se convierte en un referente, un soporte vital, un crisol de sentimientos, alguien en quien confiar incondicionalmente. Somos algo más que cuidadores ocasionales.
No sé cuanto podemos aportar aunque no seamos emigrantes, ni asturianos. El otro día un buen amigo me enviaba este tema musical. ¿Cuánto aportó el abuelo a Liuba María Hevia?