Hoy, por fín, el día se despertó gris y lluvioso. Por los cristales veo la cortina de agua difuminando al fondo los campos verdes. Esta placidez viene acompañada de la intimidad y recogimiento de los días de invierno. Mientras enciendo la candela, pienso en qué música te pondré hoy en el cuaderno de notas. Acorde con el paisaje de mi ánimo, será tierna y suave, de las que llegan al tuétano de las emociones.
Leonard Cohen, el juglar canadiense de voz ronca, estraviada y de rasgos depresivos, llegó a Granada en octubre del 86 para grabar un videoclic del Pequeño vals vienés, un poema que Lorca incluyó en Poeta en Nueva York. Aprovechó para visitar su casa en Fuente Vaqueros y conectó con el poeta granadino. En el acto de entrega de los Premios Principe de Asturias 2011, dijo «Solamente cuando leí las obras completas de Federico García Lorca comprendí que detrás de mí, había una voz».
Este tema no es para oírlo; es para escucharlo. Como siempre te digo, dedícate unos minutos, relájate, abre la puerta a la música, percibe la incorporación de cada instrumento, déjate llevar y, si te apetece, coge a quien tengas al lado y baila este vals, meciéndote o dejándote mecer cual hoja otoñal cae del árbol…