En las zonas de tránsito político-geográfico la gente se siente hermanada y no percibe los límites. El clima, la vegetación, la fauna, las tradiciones, los intercambios, las prácticas económicas y las mezcolanzas de sangre generan vinculos de identidad.
Por eso, mientras pasan los kilómetros y dejo atrás la provincia de Huelva adentrándome en Badajoz, sigo sintiéndome como en casa. El paisaje, el suelo, las curvas de la carretera… todo resulta familiar. Dejo atrás Oliva y pasado Zahínos el aire empieza a espesarse. Pronto, todo se inunda del olor característico a leña quemándose. A un lado y otro de la carretera empiezan a aparecer enormes pilas de leñas y los hornos metálicos de carbón vegetal, que sueltan un denso humo que enturbia el cielo. El Valle de los Humos, se me ocurre pensar.
Busco, pregunto y me informo. Antes no eran más de tres o cuatro hornos, pero desde hace veinte años entre Oliva de la Frontera, Jerez de los Caballeros, Higuera de Vargas y Zahínos suman más de 140 instalaciones que generan unos 300 puestos de trabajo directos.
Días más tarde se me ocurre mirar la procedencia de una pila de bolsas de carbón en Mercadona y son de estos hornos. La comarca surte de carbón vegetal a media España. Pero tienen la misma problemática que los agricultores y ganaderos que estos días están cortando carreteras. Las cuentas, no le salen.
Dejando el humo atrás llego a Higuera de Vargas. Por todos lados veo letreros, anuncios y vehículos con Cafés Vargas. Por fín, compruebo que se trata de la Fábrica de Café Vargas. Dada la distancia a la Raya, pienso que el origen debe estar ligado al contrabando de otro tiempo. De nuevo me informo y nada de eso. En Extremadura no se cultiva café, pero por las instalaciones de Cafés Vargas pasan al año 150 toneladas de granos que llegan de Colombia, Brasil, Uganda, Nicaragua o Guatemala y se envasan aquí. ¡Y no tienen puerto de mar!
Extremadura sorprende por todos lados: sigo el camino y, ya por los Llanos de Olivenza, aparece majestuoso y dominando la zona el impresionante castillo de Alconchel. Antes vigilaría las incursiones portuguesas; ahora, es testigo mudo del incremento de las plantaciones de frutales que aumentan de año en año a la sombra del agua de la Presa de Alqueva.
Este era el recorrido hasta llegar a la guinda del pastel. Pero de Olivenza te hablaré otro día.
Cuando visitaba la Ciudadela de Olivenza me encuentré con una escultura que homenajea a La Encina, un grupo folk de Olivenza. En el disco Extremadurando, La Encina canta así al carbonero. En este tema se pueden apreciar similitudes con algunas muestras del folclore marocho. Escuchen.