No fue maestro mío, ni compañero de estudios, ni convivimos en el mismo centro educativo, ni, por diferencia de edad, fuimos amigos de generación. Pero siempre nos guardamos la mayor deferencia y consideración. Compartimos información, confidencias profesionales, complicidad, compromiso… Todo eso, con el tiempo, aliñado con alguna copa de tinto -Montoro, en casa de José, el ya casi olvidado Centro Social- nos llevó al respeto y forjar una sincera amistad.
Siempre que nos encontrábamos, de momento me preguntaba por mi hermano. Con él tenía una profunda amistad que se asentaba en la época de estudiantes en Aracena. Ambos fueron discípulos de Don Tomás Moreno, otro gran docente marocho.
Tenía la virtud de la sinceridad, el mérito de ponderar el valor de las cosas y un gran amor propio por lo suyo y los suyos. Todos valores muy importantes.
Creo que en pocas casas marochas faltará su primer libro ENCINASOLA: HISTORIA DE SUS CALLES, en el que nos dejó constancia de las profundas raíces del pueblo y del amor que sentía por él.
Cuando andaba trabajando en su segundo libro, LOS PRIMEROS CINCUENTA AÑOS DEL CEIP «RUFINO BLANCO», estuvimos muy en contacto. Buena parte del tiempo de estudio y preparación, se solapó con La Escuela de Encinasola, que publiqué dos años después que él. En su momento, nos repartimos el contenido: yo hasta que empezó a funcionar el Grupo Escolar Rufino Blanco, y él, desde ahí en adelante. Compartimos información, documentos, conclusiones… Nunca nos guardamos nada.
Sus alumnos, que han sido muchos, sabrán valorar mejor que yo las enseñanzas que les legó. Sus compañeros, saben del rigor de su gestión al frente de la dirección durante tantos años. Pasa a engrosar la significativa lista de excepcionales maestros que ha tenido Encinasola.
Su muerte me ha descolocado. Me ha llegado. La última vez que lo vi fue hace unos tres meses, en el hotel. Yo entraba, él salía. Y hablamos como siempre y de lo de siempre. No he podido acompañarlo, despedirme de él. Lo hago desde aquí con el máximo respeto, mi mayor cariño y consciente del vacío que deja en su familia. Descansa en paz, Guillermo.